Albarracín
Este jueves tuve la oportunidad de escaparme a la ciudad de Albarracín, en Aragón. Se trata de una ciudad pequeña, de apenas unos 1.000 habitantes, pero con mucho encanto.
Para visitar la ciudad no es necesario más que un par de días. Incluso, en un día puedes ver prácticamente todo, pero si vas con un poquito más de tiempo aún puedes disfrutar más de su esencia y descubrir alguno de sus rincones.
En mi caso, sólo pude pasar unas horas, pero suficientes para llevarme muy buen recuerdo.
Sobre las 11 de la mañana llegamos a Albarracín. El coche marcaba 2 grados, pero el sol hizo que tuviéramos una temperatura muy agradable. Aparcamos sin ningún inconveniente en uno de los parkings al aire libre de los que dispone la ciudad, y nos encaminamos hacia la oficina de turismo. Aquí nos hicimos con un pequeño callejero que nos resultó muy útil para orientarnos inicialmente y saber llegar a la oficina de El Andador para confirmar la visita guiada que teníamos reservada para la tarde.
Una vez todo confirmado, nos dirigimos en primer lugar hacia el paseo fluvial, que habíamos visto en varios blogs y nos había llamado mucho la atención. Éste recorre el curso del río Guadalaviar por su paso por Albarracín y resulta muy agradable, se puede disfrutar de unas vistas muy bonitas de la ciudad y en esta época además, resulta un paisaje otoñal de revista.
Tras hacer varias fotos, nos dirijimos sin dudarlo hacia las murallas de la ciudad, que son impresionantes. Datan del siglo XIV, pero lucen casi perfectas gracias a su restauración posterior. En estas se encuentra la Torre del Andador del siglo X y XI, de origen musulmán, y la Torre de doña Blanca.
Lo más impresionante es poder subir por sus torres y contemplar sus vistas. No hay nada de seguridad por lo que hay que andar con cuidado.
Allí, al pie de las murallas, nos detuvimos un rato a disfrutar del buen día que hacía e hicimos tiempo hasta la hora de comer. ¡Tripadvisor volvió a ser un gran aliado en esta encomienda! En una travesía algo escondido, se encuentra el número uno de los sitios recomendados, La Taba. Tuvimos suerte porque sólo quedaban dos mesas y al minuto de sentarnos no dejó de entrar gente! Aquí no tienen el menú típico aragonés, pero no les hace falta. ¡No sabíamos que elegir! Lo recomendamos sin ninguna duda, los camareros fueron muy amables y atentos, la comida exquisita y el precio económico.
Después de comer, teníamos nuestra cita con la ruta guiada de El Andador, así que nos detuvimos veinte minutos a relajarnos en unos bancos del paseo fluvial y nos dirigimos hacia la Plaza Mayor, donde partía la guía.
La ruta duró una hora y media y no nos pudo gustar más. Con ella descubrimos muchos detalles de Albarracín y pudimos conocer mucho más de su historia. La guía fue muy simpática e hizo la ruta muy amena.
Albarracín fue una ciudad muy atractiva durante la Edad Media por su fortaleza y su sistema defensivo, y los reinos de Castilla y de Aragón se disputieron durante muchos años su soberanía. Fue finalmente Pedro III de Aragón quién se hizo en 1220 con Albarracín. Los encerró dentro de sus murallas, sabiendo que en el momento en que se les terminaran sus suministros, se haría con la ciudad. Y así fue. ¡Once meses después se agotó toda el agua que tenían y no tuvieron opción!
Durante la ruta también pudimos conocer detalles sobre la arquitectura de la ciudad. A pesar de ser una ciudad aragonesa, tiene muchas influencias de la arquitectura castellana que llaman mucho la atención, como los balcones típicos de madera que hay en muchas casas; así incluso como influencias andaluzas. Nos explicaron también los materiales que conforman las edificaciones, el porqué de su inclinación, incluso el porqué del color rojizo tan característico de sus fachadas.
Albarracín no tenía muchas posibilidades de agricultura, dado que sus temperaturas alcanzaban los -28 grados en invierno y los 35 grados en verano, así que su economía se basó en el negocio de la lana. Durante la ruta también pudimos visitar una de las casas de los nobles de aquella época, que fue muy curiosa y significativa.
Al finalizar la ruta ya había prácticamente anochecido. No podíamos irnos sin hacer alguna foto nocturna, así que volvimos al paseo fluvial con linterna para poder pillar una buena perspectiva.
Echamos de menos que durante la noche hay zonas que no están iluminadas, como las murallas o el paseo fluvial. Así mismo, en el paseo no había ningún cartel explicativo. A pesar de ser una ciudad que atrae bastante turismo, no destaca por estar muy orientada a ello.
Al caer la noche el frío empezó a calar y al final nos decidimos por volver a casa! Pero esperamos tener la oportunidad de volver en otra ocasión para exprimir un poquito más la ciudad! Una vista muy recomendable!
Albarracín esta considerada Monumento Nacional desde 1961; posee la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes de 1996, y se encuentra propuesta por la UNESCO para ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la belleza e importancia de su patrimonio histórico, ¿lo conseguirá pronto?
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