Cuenca


Cuenca era una de las ciudades que tenía pendiente de visitar desde hacia mucho tiempo. Inscrita en la lista de ciudades Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1996 y tan cerca de Valencia, y sin embargo, siempre fuera de toda ruta. Así que un buen día, decidí ir a pasar el día a esta encantadora ciudad. Además, era uno de los primeros días de la Semana Santa, por lo que la ciudad estaba llena de ambiente. 

Sin duda, es una ciudad con mucha riqueza monumental que no deja a nadie indiferente. Es obligatorio pasear por sus calles empedradas y perderse por los callejones y callejuelas, hasta llegar a su imponente Catedral de Santa María y San Julián y a la plaza mayor. Y por supuesto, alejarse un poco de la ciudad para poder admirarla desde lejos, al otro lado del Puente de San Pablo.

La Catedral fue construida entre 1196 y 1257. En aquella época, el estilo arquitectónico predominante en los reinos cristianos españoles era el románico, pero la influencia normanda en la corte del rey Alfonso VIII determinó la construcción de esta catedral. Así, la Catedral de Cuenca fue la primera catedral gótica de Castilla junto con la de Ávila.

El hecho de coincidir el descubrimiento de América, en el año 1492, durante el desarrollo de la obra propició que en ella se esculpieran animales propios de las nuevas tierras descubiertas, haciendo que la iconografía conquense fuese especial: de tipo fantástico, mitológico y de figuras humanas, intercalando entre ellas iconos de tipo vegetal como hojas, tallos, frutos y vástagos serpenteantes a lo largo de los tallos. Sin embargo, lo que realmente la distingue de otras catedrales son animales tales como el armadillo, el pez globo y la tortuga, que, sin que fueran conocidos en Occidente, están presentes en sus arcadas góticas de finales del siglo XV.



Por toda la ciudad podemos observar el importante patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad, pero, sin duda, sus Casas Colgadas se han convertido en un símbolo de la ciudad. Se llaman así porque poseen una parte en voladizo con grandes balcones sobresaliendo de la alta cornisa rocosa de la hoz del río Huécar. Actualmente perduran la "Casa de la Sirena" y las dos "Casas de los Reyes", construidas entre los siglos XIII y XV. En el pasado, esta arquitectura de las edificaciones civiles era muy frecuente en el borde de la ciudad. Pero con el paso del tiempo, se fueron remodelando por el alto estado de degradación.

A pesar del reducido espacio del centro histórico, Cuenca posee un buen número de museos (más de diez) entre lo que destaca el Museo de Arte Abstracto Español, el Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha y el Museo de Cuenca. Yo no pude visitar ninguno, pero estoy segura de que merecerán la visita.

Así mismo, si vais con un poco más de tiempo, también merece la pena visitar cerca de Valdecabras, la Ciudad Encantada, un paraje natural con un recorrido circular de aproximadamente 3 km famoso por tener espectaculares formaciones rocosas que se han ido formando a lo largo de miles de años.

Lo que no hay que dejar de hacer antes de abandonar la ciudad, es probar la gastronomía tradicional conquense: morteruelo, ajo arriero, chorizos, zarajos, cordero, perdices, truchas, quesos y alajú. Bien acompañados de los vinos de la tierra y para finalizar un buen licor digestivo como el Resolí o el Aguardiente de la Sierra.


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